Después de ese accidente lo tenía claro. Me vuelvo a los coches.Vas calentito en invierno, en verano fresquito, escuchando música, mucho más protegido, etc....
Las ventajas son innumerables.
Una semana en coche y ya no podía más. Ahora ya era motero. No estaba dispuesto a renunciar a lo que se había convertido en los mejores momentos del día. El camino de ida y vuelta al trabajo, y paseos esporádicos en fin de semana.
Me daban igual todos los inconvenientes, ahora lo tenía clarísimo. Sabía que quería sacarme el carnet y seguir avanzando en el mundo de las motos.
Y un buen día, buscando buscando, sin querer, mi moto me encontro a mi:
Una Suzuki VanVan 125.
Aunque sea sólo una 125, esta moto tiene algo especial que la hace independiente de su cilindrada.
A los que nos gusta le dejamos correr todos sus defectos y nos dejamos encandilar por su espírituo.
Un moto con un diseño que lleva decenas de años tras de sí, pero que se ha ido adaptando a los tiempos de una forma especial, que la hace no pasar desapercibida para nadie.
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