sábado, 14 de marzo de 2009

El comienzo de la era motera...

Ahora hace un año y medio, un poco antes del verano del 2008. Mi viejo 405 comenzó a ranquear mientras nos acercábamos a una de las montañas por las que solíamos entrenar. A mitad de la subida el olor que entraba hacia el habitáculo no dejaba lugar a dudas. Aceite. Allí, apartado al lado de la carretera hizo sus últimos metros aquel abnegado vehículo al cual le debía mucho durante los últimos dos años de servicio.

Tocaba entonces el momento de cambiar, y fue cuando me planteé la posibilidad de adquirir una moto. Por entonces sólo tenía el A1, que me había sacado por libre hace unos años, cuando algunos de mis amigos sí se hicieron moteros. Primero te llaman las scooter por su comodidas, aunque nunca he soportado este tipo de motos.

Entonces, casualidades de la vida, se cruza en mi camino una YBR nueva. 2000 km en dos años y a un precio razonable. No la dejo escapar y la compro sin verla. Es el estilo de moto que me gusta, aunque no sea más que una bicicleta con un motor de 125cc. Me encanta como se ve y como me veo en ella.
Las dos primeras semanas practico en los ratos libre, pues nunca había llevado una moto de marchas, y ya cuando adquiero la suficiente confianza me decido a ir al trabajo en ella.

Unos 4000 km después, un fresco día de Marzo, zaaas, la casualidad, la mala carretera y un todo terreno que venía de frente acabaron con la vida de mi pequeñaja. Los daños no merecían reparación.

Por aquel entonces la sangre motera no había brotado en mí, pero estaba gestandose....

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